Por Redacción
Hasta el próximo 9 de abril, el coliseo madrileño acoge la obra Mitridate, re di Ponto, de Wolfgang Amadeus Mozart, en una nueva producción que se ha estrenado precisamente sobre sus tablas y que posteriormente viajará a los teatros coproductores: la Ópera de Frankfurt, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y el Teatro San Carlo de Nápoles.
Wolfgang Amadeus Mozart compuso en Milán esta obra cuando acababa de cumplir los 14 años y a partir de un libreto en italiano – idioma que, por cierto, aún no dominaba – basado en un drama histórico de Jean Racine, poeta, dramaturgo e historiador francés considerado uno de los más grandes escritores del Gran Siglo francés y maestro del Clasicismo imperante en la Francia del siglo XVII. El por entonces adolescente genio de Salzburgo tuvo, no obstante, que enfrentarse al desprecio y sarcasmo iniciales de algunos de los cantantes y músicos, que no podían creer que aquel jovencito austríaco fuera capaz de entender siquiera los artificios del texto poético y la complejidad de la escritura vocal operística.

Sin embargo, la ópera, estrenada en 1770, deslumbró a esos mismos intérpretes y, por supuesto, al público, que agotó el aforo en las 21 funciones en el Teatro Regio Ducal de Milán. Con la madurez, inspiración, hondura y belleza de algunas de sus arias, Mozart dejaba así de ser el “gracioso” niño prodigio exhibido por toda Europa para convertirse en un creador único con una “doble personalidad”: la artística, inconmensurable, y la personal, desconcertante, que mantuvo a lo largo de su vida y que continúa siendo un “misterio” para los estudiosos de su obra.
La propuesta escénica de la producción que puede verse estos días en el Teatro Real de Madrid, a manos de Claus Guth, está inspirada en la famosa serie de televisión “Succession” y plantea precisamente la articulación de estos dos mundos: el drama casi realista de Mitridate, hombre poderoso y despótico traicionado por sus hijos, rivales entre sí, y los ecos de sus actos en el consciente e inconsciente de los protagonistas. Todo ello tratado de manera onírica y con el trasfondo edípico de la obra, que presenta a dos hermanos que disputan por el poder del padre, así como por el amor de su futura madrastra.
La tragedia de Racine, escrita cien años antes del libreto, transcurre en Ninfea, reino de Ponto, cuando el rey Mitridate IV acaba de ser derrotado por los romanos. En su particular concepción, Claus Guth traslada esta trama a los años 60-70 del pasado siglo, articulando escenas realistas en espacios domésticos con otras metafóricas y abstractas, en las que doce bailarines evocan los fantasmas, miedos, pasiones, angustias y sueños de los personajes. Mitridate, re de Ponto se inscribe en los dictámenes de la llamada opera seria del siglo XVIII, con una sucesión de recitativos y arias da capo, cuya escritura se adaptaba a las características de cada cantante para que pudiera lucir sus dotes vocales. Pese a las limitaciones estilísticas y formales del género, en la partitura aflora la belleza y riqueza del melodismo tan característico de Mozart, así como momentos de trascendencia y fuerza dramática inconcebibles para la idiosincrasia del “travieso” joven que conocemos gracias a la profusa colección epistolar que, junto a sus siempre geniales composiciones, nos dejó.
Esta ópera, que se estrenó con gran éxito con una orquesta de 56 músicos, inusitada para la época, y con el propio Mozart al clave y dirigiendo las primeras representaciones, ha llegado al Real con un doble elenco de magníficos cantantes, capaces de interpretar con fluidez y rigor las endiabladas arias de la ópera: Juan Francisco Gatell y Siyabonga Maqungo, encargados de meterse en la piel y voz de Mitridate, Sara Blanch y Ruth Iniesta, en el rol de Aspasia, Elsa Dreisig y Vanessa Goikoetxea para dar vida a Sifare, Franco Fagioli y Tim Mead como Farnace, Marina Monzó y Sabina Puértolas a cargo del personaje de Ismene y, por último, Juan Sancho y Jorge Franco interpretan a Marzio y Franko Klisovic a Arbate. Por su parte, Ivor Bolton que dirige su sexto título mozartiano al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real, reivindica el valor de esta ópera como germen del extraordinario talento de Mozart, sin duda uno de los más grandes compositores de ópera de todos los tiempos.
A. Huerta